Dayana dejó Cuba en 2011 buscando una prosperidad y estabilidad laboral en España que no ha logrado más de una década después. Con estudios de comercio sin convalidar, comenzó de cero en Canarias y gracias a Cáritas pudo sacar adelante a su hijo y formarse para la búsqueda de empleo.
Reivindica la labor social de las trabajadoras de hogar, reclamando que se dignifique su tarea con políticas más justas y la protección de sus derechos. También que se agilicen los trámites y las ayudas de la Ley de Dependencia en favor de muchas personas mayores y sus familias, que no pueden permitirse la contratación de cuidadoras y trabajadoras del hogar.
«La labor de las trabajadoras del hogar es muy importante para la sociedad. Es un trabajo muy invisible, y quizás no se valora cómo se debería. Hay un montón de personas mayores que están solas o son dependientes que necesitan a alguien que les ayude. Y también los trámites de la Ley de Dependencia se demoran demasiado. Muchas personas mayores fallecen esperando la ayuda. También está la realidad de muchas personas que, como yo, nos hemos formado y estamos capacitados para hacer esa labor de forma digna», asevera Dayana, visibilizando la desprotección de las trabajadoras, pero también la vulnerabilidad de las personas mayores.
¿Cuándo comenzó a trabajar como trabajadora del hogar?
Bueno, yo realmente me hice ciudadana española, pues mis abuelos son españoles, en Cuba desde 2011. Entonces, a raíz de eso, empecé a visitar en Estados Unidos a ver a los familiares que tengo allá. Y allá me dedicaba a cuidar personas mayores, en lo que se le llama un home o ‘casa de abuelos’. Y entonces, ahí dedicaba la jornada a cuidar seis personas con diferentes enfermedades, con diferentes discapacidades. Me levantaba a las cinco de la mañana para hacerles el aseo, el desayuno, almuerzos, meriendas y las cenas. Hasta que los acomodaba para dormir, trabajaba todo el día. Y así era la aventura de día a día, me pasaba de las 24 horas con ellos ahí, sin salir a ningún sitio.
¿Cómo fue su llegada a Canarias? ¿Esperaba tener más facilidades para trabajar?
Como las cosas en Cuba se pusieron más críticas, me vine para acá. Pero cuando llego choco con la realidad: nada de lo que había estudiado en Cuba, yo hice comercio allí, me servía para trabajar acá. Por eso fui a Cáritas, para que las técnicas de Empleo me orientasen para conseguir un trabajo. Gracias a Cáritas hice cursos, como el de atención a domicilio a personas mayores, el de manipulador de alimentos, de atención al cliente o el de atención sociosanitaria a personas dependientes a domicilio, pero me ha costado tener estabilidad laboral.
¿Cuáles son las principales dificultades que ha tenido para conseguir un empleo?
He trabajado con empresas, pero eran todas sustituciones. Seguí formándose al no tener un trabajo estable e hice el curso de atención sociosanitaria en instituciones para trabajar en residencias, centros de día e incluso en prisiones. Al fin consigo trabajar en una empresa con cierta continuidad, pero haciendo horas sueltas y así es difícil de cubrir todos los gastos de la casa. Yo soy una persona muy nerviosa, tengo que estar siempre trabajando. La inestabilidad laboral y la incertidumbre es lo peor de la situaciones de las trabajadoras del hogar.
¿Cómo ha sido el trabajo de acompañamiento y de asesoramiento de Cáritas?
Fui a Cáritas gracias a una vecina. No tenía trabajo y mi situación era muy difícil. Me empezaron a dar ayuda y alimento. Pero también asesoramiento gracias a Ana, mi orientadora laboral. Me ayudó a hacer el currículum, a formarme mediante cursos de Cáritas, me ayudó a buscar trabajo, a presentarme a entrevistas de trabajo… Ha sido un apoyo incondicional. Vine sin nada, partí de cero aquí, pero siempre he tenido la fuerza de sacar adelante a mi familia, a mi hijo. Pero lo he conseguido poco a poco gracias a la ayuda de Cáritas. Incluso el padre de mi hijo, que estaba en Madrid, vino para acá y consiguió trabajo también gracias a Cáritas.
¿Cree que las medidas y ayudas de las administraciones son suficientes?
Las ganas de trabajar las tengo y los deseos de seguir superándome, pues también las tengo. Pero necesitamos de que se nos reconozca más nuestro trabajo. La labor de las trabajadoras del hogar es muy importante para la sociedad. Es un trabajo muy invisible y no se valora cómo se debería. Hay un montón de personas mayores que están solas o son dependientes que necesitan a alguien que les ayude. Y también los trámites de la Ley de Dependencia se demoran demasiado. Muchas personas mayores fallecen esperando la ayuda. También hay muchas personas que, como yo, nos hemos formado y estamos capacitados para hacer esa labor de forma digna. Ni la ley ni las condiciones laborales en la que están las trabajadoras del hogar responden a la realidad social.
Desde Cáritas Diocesana de Canarias continuamos con las reivindicaciones para conseguir el reconocimiento de las Trabajadoras del Hogar como Dayana, trabajadoras de pleno derecho, imprescindibles para el desarrollo de nuestra sociedad.
Última actualización: 4 de abril de 2024