«Quienes arriesgan sus vidas en el mar no invaden, buscan ser bienvenidos, Hay que evitar discursos alarmistas»
En los últimos días, hemos asistido a la llegada de más de 3.000 personas, muchas de ellas menores de edad, procedentes del continente africano. La inestabilidad política en Senegal y otros países del Sahel, la pobreza y el cambio climático, entre otros motivos, están empujando a la población a huir. Se trata de seres humanos que arriesgan sus vidas cruzando el Atlántico con la esperanza de un futuro mejor para sí y sus familias.
Las imágenes que hemos visto de los desembarcos en nuestras Islas Canarias y las declaraciones de distintos profesionales nos hacen recordar la inaceptable situación que se está viviendo en Lampedusa y nos entristece contemplar la indiferencia de los gobiernos europeos reunidos en Granada que por desgracia han declinado abordar y dar respuesta al preocupante tema de la migración.
La falta de previsión, unida a la insuficiencia de infraestructuras, dificulta una acogida digna y aumentan la probabilidad de que se produzcan vulneraciones de los derechos humanos. Cientos de personas han vuelto a dormir al raso en los muelles canarios ante la falta de espacios de recepción. La escasez de intérpretes, la ausencia de información jurídica comprensible o la asistencia grupal a las personas migrantes son solo algunos ejemplos. Además, los centros de acogida para menores de edad vuelven a estar saturados y las derivaciones a otras comunidades autónomas se encuentran paralizadas. Tampoco podemos olvidar la tragedia de quienes pierden la vida durante la travesía, dejando atrás sus sueños e ilusiones.
Paralelamente, están surgiendo peligrosos discursos alarmistas que no deben permitirse. El Papa Francisco declaró en su reciente visita a Francia que “aquellos que arriesgan sus vidas en el mar no invaden, buscan ser bienvenidos” e instó a evitar “discursos alarmistas”.
El pasado 24 de septiembre celebrábamos la 109 Jornada Mundial del Migrante y Refugiado bajo el lema “libres de elegir si migrar o quedarse”. En el mensaje del Santo Padre con motivo de este día, nos recordaba que “mientras trabajamos para que toda migración pueda ser fruto de una decisión libre, estamos llamados a tener el máximo respeto por la dignidad de cada migrante; y esto significa acompañar y gobernar los flujos del mejor modo posible, construyendo puentes y no muros, ampliando los canales para una migración segura y regular. Dondequiera que decidamos construir nuestro futuro, en el país donde hemos nacido o en otro lugar, lo importante es que haya siempre allí una comunidad dispuesta a acoger, proteger, promover e integrar a todos, sin distinción y sin dejar a nadie fuera”.
No debemos olvidar que solo cuando cese la injusticia actual del comercio internacional, cuando cesen las guerras inducidas en países con riquezas mineras, cuando los dictadores que expolian a su pueblo dejen de contar con la complacencia de gobiernos y empresas multinacionales, cuando cese el comercio de armas, la inmigración de ciertas zonas del mundo se podrá regular. Cuando se acabe con la injusticia actual la migración se moderará.
Hay que evitar migraciones no necesarias creando en los países de origen posibilidades concretas de vivir con dignidad. Como sabemos, también existe el derecho a no emigrar, y muchos de estos hermanos nuestros no iniciarían un viaje tan incierto si en sus pueblos y países se vivieran situaciones más justas
La Iglesia en las Islas Canarias trabaja diaria e incansablemente con las personas migrantes en distintos ámbitos con el objetivo de favorecer su promoción e inclusión laboral y social. El trabajo humano y asistencial diario para atender las necesidades de los migrantes, la puesta en marcha de los Corredores de Hospitalidad o el acompañamiento a los internos en los CIE, que tanto sufrimiento provocan, son una muestra del esfuerzo de la Iglesia por estar junto a los más necesitados.
Por ello, no podemos mirar hacia otro lado y mostramos nuestra máxima preocupación ante esta situación. Desde una lectura creyente de la realidad, los Obispos canarios, queremos exponer:
- Reiteramos nuestra disposición al diálogo con las distintas Administraciones Públicas y actores sociales para contribuir, en la medida de nuestras posibilidades, a favorecer una acogida digna e integral a las personas migrantes.
- Pedimos el establecimiento de vías legales y seguras para acceder a territorio europeo.
- Instamos a las autoridades competentes a llevar a cabo cuantas acciones sean necesarias para asegurar el cumplimiento estricto de los derechos de las personas migrantes y ofrecer un recibimiento adecuado a sus necesidades. Como recordábamos en nuestra carta pastoral Escuchar el “Eco de Lampedusa” en las Islas Canarias, hacemos una llamada a todos a crear la cultura del encuentro, a superar la fobia al extranjero, a luchar contra las mafias y favorecer el desarrollo de los países de origen. Como afirma la Encíclica Fratelli Tutti: Se trata de problemas globales que requieren acciones globales, evitando una “cultura de los muros” que favorece la proliferación de mafias, alimentadas por el miedo y la soledad (FT 27-28).
- Apremiamos al resto de comunidades autónomas a la apertura y solidaridad, pues Canarias no puede afrontar sola esta contingencia.
- Hacemos un llamamiento a los sacerdotes, laicos y comunidades parroquiales de nuestras diócesis a vivir auténticamente el Evangelio, promoviendo una cultura de hospitalidad y construyendo el futuro con las personas migrantes y refugiadas, sin excluir a nadie: es Cristo mismo quien llama a nuestra puerta.
- Valoramos y agradecemos todo el trabajo realizado por tantas personas para humanizar el drama que contemplamos en nuestros mares y costas. Cómo olvidar las vidas salvadas y rescatadas por los profesionales del Servicio Marítimo de la Guardia Civil y de Salvamento Marítimo. Ellos son auténticos ángeles custodios en medio de nuestros mares y sería deseable que esa humanitaria labor de socorrer y salvar vidas siga contando en nuestra frontera sur con un apoyo decidido por parte de los diferentes gobiernos. A ellos hay que añadir la magnífica labor de la Policía Nacional, del personal de la Cruz Roja y de los Sanitarios que en la Isla de El Hierro están siendo en estos días auténticos samaritanos. Son esos profesionales los que, junto con los voluntarios y miembros de Cáritas y de la pastoral de migraciones, así como de otras organizaciones humanitarias, lo que nos ayudan a evitar la globalización de la indiferencia.
Nos encomendamos a la Virgen María, a la que todos veneramos con gran devoción -con distintas advocaciones- en cada una de nuestras islas. A ella le confiamos las esperanzas de todos los emigrantes y refugiados, también le encomendamos el eterno descanso de los que han dejado sus vidas en el océano y le pedimos para que los que huyen de sus países encuentren en nosotros un testimonio de esperanza y solidaridad.
† José Mazuelos Pérez, obispo Canariense
† Bernardo Álvarez Afonso, Obispo Nivariense.
† Cristóbal Deniz Hernández, Obispo Auxiliar de Canarias.
Última actualización: 9 de octubre de 2023