Día de los Pueblos Indígenas

El 9 de agosto de cada año, el Día Internacional de los Pueblos Indígenas es una oportunidad para celebrar estas comunidades y sus conocimientos. El tema de este año gira en torno a la elaboración de un nuevo contrato social con los pueblos indígenas, que esté fundado en los derechos humanos y el respeto a la diversidad cultural, y que no deje a nadie atrás.

Cáritas quiere aprovechar la celebración del Día Internacional de las Poblaciones Indígenas para renovar su apuesta por caminar junto a estos pueblos en la defensa de sus formas ancestrales de vida y la protección de sus derechos y sus territorios.

La tierra sagrada de los mangyan

Los pueblos indígenas mangyan se encuentran entre los más pobres de Filipinas. Han perdido tierras, derechos y servicios sociales. Aclamada como la séptima isla más grande del archipiélago filipino, Mindoro se encuentra en el extremo suroeste de Luzón. Los mangyans son los habitantes originales de Mindoro. Con el tiempo, los mangyans habían sido desalojados de sus territorios costeros originales y se vieron obligados a retirarse al interior montañoso. Los pueblos indígenas mangyan, en Mindoro, se encuentran entre las personas más pobres de Filipinas.

La deforestación, impulsada por la tala comercial, la expansión agrícola y la migración desde tierras bajas, ha desarraigado y desplazado a las comunidades mangyan. En consecuencia, los mangyans sufren marginación económica, acceso limitado a servicios vitales y discriminación por parte de la población dominante de las tierras bajas.

Sin tierras, sin derechos

Un factor importante que contribuye a la pobreza entre el pueblo mangyan es la pérdida de sus tierras. El bosque es el hogar de las comunidades indígenas mangyan. Sin embargo, Mindoro ha perdido el 40% de su cubierta forestal desde la década de 1960. Esta deforestación ha sido impulsada por una serie de factores, incluida la tala comercial, la expansión agrícola, la minería y otras industrias extractivas. En consecuencia, los mangyans también están marginados económicamente.

A menudo carecen de acceso a la educación, la atención médica y otros servicios esenciales. También se enfrentan a la discriminación de la población filipina dominante de las tierras bajas. A menudo son vistos como atrasados y sin educación. Este clima de discriminación les dificulta el acceso a oportunidades y recursos, y también puede conducir a abusos y violaciones de sus derechos.

Un don del Creador

La tierra se considera sagrada y no puede ser vendida, poseída o arrendada. Viven con la naturaleza y su vida depende de los recursos que los rodean.

En la sociedad tradicional de mangyan, lo que generalmente se practica es la economía agrícola de subsistencia, en la que los hogares normalmente producen solo lo que necesitan para su consumo diario de alimentos.

Para los pueblos indígenas, la tierra es de propiedad comunal, y un individuo no puede reclamar la propiedad absoluta. Ellos, como comunidad, son administradores del don de la creación. Como tal, la riqueza de la tierra y la naturaleza está destinada al uso y sustento de la comunidad según lo previsto por el Creador. Claramente, la idea de poseer la tierra en virtud de un pedazo de papel es ajena al concepto tradicional de los pueblos indígenas, ya que no suscribieron la idea de propiedad privada porque consideran la tierra como algo sagrado para ser cultivado por la comunidad.

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