Muteb: «Cáritas me ayudó en un momento muy difícil de mi familia»

Inmigrante sirio con cuatro hijos, casi se queda sin nada como consecuencia de la pandemia

La suya se asemeja a la de muchos inmigrantes que parten de sus países por problemas bélicos, inestabilidad, o un futuro mejor. Pero a Muteb también le movió el amor. Abandonó Siria, dejando todo atrás para venir a Canarias. “Llegué a Gran Canaria en 2007 y me enamoré y casé aquí. Luego vino la pandemia, nos quedamos sin trabajo y Cáritas me salvó la vida y la de mi familia en esta temporada”, afirma agradecido e implicado activamente en la organización.

“Acudí a Cáritas en un momento muy complicado. Mi mujer y yo nos quedamos sin trabajo y teníamos cuatro hijos pequeños, que ahora tienen 1, 3, 6 y 8 años, por lo que la situación era muy desesperada. Como vivo cerca de Cáritas parroquial en San Rafael (Vecindario) alguien me comentó que viniese a pedir ayuda y, tras entregar una pequeña documentación, me llamaron para darme alimentos. Lo que nos preocupaba era sobre todo los niños, que son muy pequeños”, manifiesta Muteb, sorprendido por la labor y misión de Cáritas. 

Ayudó en la crisis migratoria

Pero esa no sería la última vez en la que la institución se cruzase en su camino. Muteb también se sentía en deuda y pronto también descubrió como ayudar a otros sería la manera de compensar todo lo recibido. “Tras varios meses me llamaron de la institución para, si no me importaba, echar una mano con los inmigrantes que estaban llegando a la isla. Fue hace dos años, justo en la mayor crisis migratoria, y no dudé en ayudar a Cáritas y a las personas que estaban llegando en patera en aquel momento de emergencia”, afirma relatando también el drama humano que se vivió en las costas canarias. “Era un momento en el que estaba llegando mucha gente, la situación era muy complicada, por lo que colaboré con los voluntarios a traducir y rellenar la ficha con los datos de los inmigrantes. Así estuve casi un año, colaborando con Cáritas”.

Muted recuerda especialmente cómo le recibieron, como acogieron a su familia, y así, tras la lección de solidaridad e igualdad que recibió de Cáritas Diocesana de Canarias, lo aplica en su trabajo en un Centro de Menores en Gran Canaria.  

Ahora trabaja con menores en el sur de la isla

“Además de los alimentos u otras ayudas, es que Cáritas te trata muy bien. Te escuchan, te abrazan y lloran contigo. Cáritas te ayuda sin hacer diferencias por el país o religión que eres. Trata a las personas por igual. Además de los alimentos, te forman y te ayudan a buscar trabajo. Y gracias a eso, a que me ayudaron a mandar currículum, ahora trabajo desde hace un año y medio en un centro de menores”, dice orgulloso y convencido de su función social. “Es una manera también de devolver todo lo que me dieron a la sociedad. En Cáritas, como institución y en el momento en el que colaboré con el voluntariado, cogí mucha experiencia. Una experiencia que ahora aplico con los menores del centro en la manera de hablar, tratar y educar a los chiquillos”.

Tanta es su implicación que siempre está disponible para ayudar a través de Cáritas, disponible para ayudar a los inmigrantes que llegan casi a diario a nuestras costas buscando una ayuda y un futuro mejor como la que tuvo él. “Siempre le estaré agradecido a Cáritas, por eso cuando me llaman para colaborar estoy a la orden. No me olvido lo que hizo Cáritas por mí, me ayudaron en un momento muy difícil de mi familia. Cáritas también es mi familia”. 

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