La institución atendió a 14.623 hogares durante 2020, alcanzando a más de 45.000 personas solo en la provincia de Las Palmas.
La crisis social derivada de la derivada de la pandemia ha afectado más duramente a las familias que ya se encontraban en una situación de exclusión social.
(1/6/2021) Durante el año 2020 la pandemia ha tenido consecuencias sociales y económicas importantes, afectando en mayor medida a las personas que se encuentran en una situación vulnerable y comprometiendo gravemente la posibilidad de mejorar la situación de pobreza en nuestra provincia.
Esta es la principal conclusión de la Memoria Institucional 2020 de Cáritas Diocesana de Canarias, que da cuenta de la realidad social con la que trabaja la entidad en la provincia de Las Palmas, así como de las principales acciones puestas en marcha por la institución a lo largo del año pasado. El documento fue presentado esta mañana por el Obispo de la Diócesis de Canarias, Monseñor José Mazuelos,el director de Cáritas Diocesana de Canarias, D. Gonzalo Marrero y la secretaria general de la organización, Dña. Caya Suárez.
La declaración del estado de alarma, el confinamiento impuesto y las medidas sociales y sanitarias puestas en marcha hicieron que, desde marzo de 2020, aumentaran las solicitudes de acogida en las Cáritas Parroquiales y en las diferentes áreas y proyectos.
En el año 2020 se dio respuesta a un total de 14.623 hogares, lo que repercutió en más de 45.000 personas que participaron en diferentes procesos de desarrollo personal y/o comunitario. El número de atenciones realizadas a lo largo de 2020 supuso un incremento del 82,9% de los hogares atendidos con respecto a 2019 (año en el que fueron atendidos 7.995 hogares). Se trata del mayor número de atenciones en el último quinquenio.
Las personas que acompañadas desde Cáritas Diocesana de Canarias en el año 2020 son mayoritariamente mujeres (63%) de nacionalidad española (59,7%), con hijos a cargo (47%). La media de edad se sitúa entre los 40 a 49 años. El 42,6% señalan haber estudiado solo hasta la educación primaria y encontrarse sin empleo (72,7%).
El trabajo de Cáritas tuvo que ajustarse a esta nueva realidad impuesta por la pandemia en tiempo récord. Gracias a las nuevas tecnologías se pudieron llevar a cabo 3.505 atenciones de forma telemática y responder así a las necesidades materiales más básicas de las familias, procurando también escucha, acompañamiento y cercanía.
Una cuestión que ha preocupado especialmente este año es la brecha digital, causa y consecuencia de la exclusión social. Muchas familias no tienen acceso ilimitado a internet, no disponen de dispositivos electrónicos o no tienen habilidades suficientes para manejarse en un entorno digital, lo que ha supuesto un grave problema para las familias, que se han encontrado con muchas dificultades en el acceso al sistema público de servicios sociales y otras administraciones públicas. El acceso al sistema está siendo excesivamente lento y costoso, lo que supone que muchas familias no obtengan ningún tipo de ingreso durante muchos meses. Las consecuencias de esta pandemia han hecho estragos entre la población más vulnerable de la provincia, especialmente en las familias monoparentales, las personas migrantes, las personas en situación de sin hogar, las personas mayores que viven solas y las mujeres en contexto de prostitución. Realidades especialmente duras, a las que se ha dado respuesta desde las áreas y proyectos específicos que trabajan con estos colectivos.
- De las familias con menores, un 21,7% son familias monoparentales y están encabezadas, en su mayoría, por mujeres. Para estas familias la pandemia significó un aumento de las dificultades para conciliar y para cubrir sus necesidades más básicas.
- Durante 2020, hemos atendido a más de 5.800 personas migrantes, procedentes en su mayoría de Venezuela, Colombia, Cuba y Marruecos. De éstas, el 31% se encuentra en una situación administrativa irregular, lo que les genera dificultades a la hora de acceder a un empleo, una vivienda digna o a las ayudas sociales.
- El 26% de las personas atendidas vive sola, con las graves consecuencias que supone no contar con una red de apoyo en situaciones de exclusión social. En los inicios de esta crisis, los grandes periodos de aislamiento de las personas mayores que viven solas repercutieron en la pérdida de la autonomía personal, debido a las restricciones de movilidad y la desorientación. Además, las dificultades en el manejo de las nuevas tecnologías han incidido en esta sensación de aislamiento.
- El porcentaje de familias atendidas que no percibe ningún ingreso es del 43,5%, el 37,5% recibe alguna prestación pública que se torna insuficiente y un 10,1% recibe ingresos de trabajos precarios que no les garantiza un nivel de vida adecuado. Un año más, se constata que el trabajo ya no es una garantía para cubrir las necesidades más fundamentales como la vivienda, los servicios básicos o la alimentación. Las dificultades para hacer frente a estos gastos se multiplican, lo que repercute de forma directa en la posibilidad de llevar una vida digna y en su capacidad de integración plena.
- El 78% de las personas atendidas no cuentan vivienda propia y, en muchos de los casos, ni siquiera cuentan con una vivienda en condiciones mínimas de habitabilidad. A raíz de la pandemia, surgen nuevas realidades como son las situaciones de exclusión residencial sobrevenidas a las familias. Entre septiembre y diciembre de 2020, desde el Proyecto de Ayuda a las Familias se atendieron a 173 familias con problemas para hacer frente a los gastos relacionados con la vivienda. El caso más extremo de esta vulneración es el de las 2.595 personas en situación de sin hogar atendidas desde Cáritas.
- Otro de los colectivos más golpeados por la pandemia, fueron las mujeres en contexto de prostitución. La pérdida de ingresos provocó situaciones de extrema precariedad económica que se traducen en la imposibilidad de acceso a derechos básicos como la vivienda, la alimentación y la salud. A esto se le suma la situación de incertidumbre, el miedo al contagio, el no poder mandar dinero a sus familias y el peso del estigma social. Durante el periodo de confinamiento, la demanda de ayuda a nuestro proyecto Centro Lugo aumentó en un 347%, alcanzando a 645 mujeres.
En cuanto a las demandas de las familias, el 82% ha solicitado alimentos. Otras de las demandas más atendidas fueron la acogida y la escucha (80,9%), la orientación laboral (41,4%), las ayudas para ayudas al pago de vivienda (11,8%) y gastos médicos (11,7%).
Esta pandemia ha puesto de manifiesto la importancia de la solidaridad, la fraternidad y la ayuda mutua en los momentos más complicados. En los momentos más críticos del año 2020, la participación “desde abajo”, de voluntariado y agentes fue crucial, poniéndose al servicio de todas las personas que solicitaron ayuda. Las 1.247 personas voluntarias son la esencia de Cáritas, sin ellas no sería posible la realización del compromiso comunitario, fraterno y solidario con las personas más vulnerables.
Desde Cáritas, también agradecemos el apoyo a nuestra labor que han dado 866 personas socias, 3.593 donaciones y de 553 empresas y entidades. Una vez más, ante una situación de crisis grave, la sociedad canaria ha demostrado ser una sociedad solidaria y comprometida con las personas más vulnerables.
Última actualización: 1 de junio de 2021