El trabajo con infancia de Cáritas. La experiencia del voluntariado

Artículo realizado por Juan Ramón Valido Santana, voluntario del Área de Familia de Cáritas Diocesana de Canarias

Cuando cada sábado mis compañeras y compañeros voluntarios del equipo de Infancia de Zárate y yo nos acercamos hasta el parque donde hacemos las actividades con los niños y niñas que se acercan hasta nosotros, lo único que tratamos es hacer de su espacio un lugar más bonito y agradable en el que vivir, aunque sea durante un par de horas.  Lo hacemos evidentemente por nuestras convicciones, pero también porque estamos convencidos de que es de justicia compartir con aquellos que no han tenido la suerte que hemos tenido nosotros un poco de nuestro tiempo y nuestros saberes, pero aunque tratamos de darles lo máximo que podemos en ese momento, siempre somos nosotros los que recibimos mucho más por parte de ellos.  Y por qué en Zárate, pues porque la mayoría de nosotros estamos o hemos estado ligados a este barrio de alguna manera.  Vivimos o hemos vivido en él, pero hemos tenido la suerte de contar con unas posibilidades que no todos tienen.

Los niños y las niñas tienen derechos.  Ya sé… habrá quien piense que también tienen deberes, que vienen aparejados, pero déjenme ustedes que en este momento le hable de sus derechos porque eso celebramos el veinte de noviembre de cada año, el Día Internacional de los Derechos de la Infancia.  Hablamos de que los niños y las niñas son ciudadanos de pleno derecho, pero siguen siendo víctimas de muchas injusticias por diferentes situaciones.   Una de las más extremas y que sigue vigente hoy día es la pobreza, entendida en su sentido más amplio.

Los niños y niñas tienen derecho a jugar y los proyectos de infancia de Cáritas propiciamos este derecho organizando nuestras actividades en torno al juego como recurso educativo, como lugar y momento de encuentro.  Algo que parece sencillo no es tan fácil de conseguir en barrios que se han convertido en lugares nada apropiados para crecer libremente.  Organizar juegos siempre es atractivo y una apuesta segura, por muy sencillos que sean éstos.  En nuestras actividades el juego siempre es el comienzo de cada día.

Talleres sobre la alimentación o la salud son actividades en las que reiteradamente insistimos.  La alimentación de todos los niños y niñas de nuestra sociedad y en especial de aquellos que tienen menos recursos económicos para acceder a una dieta sana y adecuada es un reto que afrontamos a través de talleres en los que la fruta cobra un especial interés, como un juego, pero con un objetivo claro.  La higiene a la hora de comer, la salud bucodental, la educación afectivo-sexual,… son también cuestiones que afrontamos en nuestro quehacer…  ¿Y si decoramos a nuestro gusto un vasito reciclado a partir de una botella de plástico para ponerlo en el lavabo y lo rellenamos con un cepillo de dientes y una pasta?  Hablamos un poco sobre el cepillado, los hábitos higiénicos y nos lo llevamos a casa como regalo…  O también hacemos una jabonera con otra botella reciclada y cada uno se lleva a casa un jabón para las manos…

Al comienzo de cada curso realizamos talleres que tienen que ver con la escuela…  Decoramos una mochila, fabricamos una agenda, un estuche o lapicero y de paso nos llevamos unos bolígrafos, un lápiz, una goma…  Y cada día cuando llegamos en lo que llega todo el grupo charlamos un poco de nuestras vidas y nos interesamos por su semana, qué tal en la escuela, ¿tienes el material que necesitas?, hablamos un poco sobre nuestras relaciones personales, cómo nos desenvolvemos con nuestros compañeros y compañeras.  Quizá esta sea una buena forma de reconocer en ellos el Derecho a la Educación.  Tras el ratito que le dedicamos a los juegos siempre realizamos alguna dinámica con distintos objetivos: recoger datos sobre ellos y ellas que nos sirvan para conocerlos un poco más y poder organizar actividades que le sean más significativas, ayudarles a buscar una salida ante una situación en la que hemos reaccionado de forma equivocada, crear diálogos en los que cada uno expresa su punto de vista, escucha a su compañero/a y reflexiona… porque también debemos escuchar a los niños y las niñas, dejarles expresar sus opiniones como recoge la Convención de los Derechos del Niño/a.

Cada sábado cuando mi equipo y yo nos acercamos a la plaza de Zárate que no tiene nombre, pero que ya es reconocida por todos como nuestro espacio durante esas horas, unos juegos sencillos y variados, una dinámica como momento central de comunicación y reflexión y un taller manual simple (que en una hora esté lito) conforman un esquema sencillo y efectivo, pero que es fruto de muchos años de esfuerzo, reflexión, mejora y sobretodo de corazón.  Llevamos más de veinticinco años poniendo nuestro corazón como voluntarios de Cáritas en todo lo que hacemos y si bien podemos sentirnos felices por los pasos que vamos alcanzando poco a poco, egoístamente debo reconocer que el verdadero cambio y el mayor de los pasos se ha dado en mi mismo, cambio que me acerca cada vez más a esa persona que siempre aspiré ser.

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