Cáritas visibiliza la precaria situación de las trabajadoras del hogar y cuidadoras domésticas

Hoy, 30 de marzo, se celebra el Día Internacional de las Trabajadoras del Hogar y de las cuidadoras domésticas, como reconoce el Informe presentado por la Comisión de Derechos de la Mujer e Igualdad del Género del Parlamento Europeo y que unifica ambos perfiles en una única figura:  trabajadoras domésticas y cuidadoras.

Es un día para reflejar las nuevas necesidades de asistencia y apoyo que están surgiendo en nuestros hogares. Estas nuevas necesidades son fruto de una sociedad cuyos hábitos y costumbres han cambiado, en la que existen nuevas tipologías de familias, en la que la mujer se ha incorporado al mercado laboral y en la que la paralización de la conocida como Ley de Dependencia y la falta de políticas de conciliación familiar, han obligado a las familias a buscar alternativas que les resuelvan  la situación, en el menor tiempo y con el menor coste posible.

Esa alternativa se llama trabajadoras y cuidadoras domésticas:

  • Mujeres que además  de saber limpiar, se da por hecho que deben saber cuidar.
  • Mujeres a las que cada vez se les exige más, incluso que sean amorosas con quién no conocen o, incluso, con quien a veces las tratan mal.
  • Mujeres con cargas familiares, aquí o en su país de origen, que se ven obligadas a realizar un trabajo con condiciones laborales que posiblemente quien las ofrece no aceptaría.
  • Mujeres con baja cualificación, que muchas veces desconocen los derechos que las amparan o no se encuentran preparadas para defenderlos.
  • Mujeres que, en muchos casos (sobre todo en los casos de personas migrantes), se encuentran solas, con una escasa red de apoyos y que ante la falta de alternativas se mantienen en trabajos que no desearían, en muchos casos de economía sumergida.
  • En definitiva, mujeres que desarrollan un trabajo muy duro, durante muchas horas, infravalorado e infra remunerado, que facilitan la vida de otros hombres y mujeres para  que puedan seguir con sus carreras y su vida social, mientras ellas se vuelven invisibles.

    En esta ocasión Cáritas no sólo quiere reflejar la realidad de las empleadas de hogar. También pone sobre la mesa la realidad de las familias empleadoras, en su mayoría, trabajadores y trabajadoras de clase media, que hacen verdaderos esfuerzos para lograr tener en casa a una persona contratada con un sueldo digno que les ayude a cuidar de su familiar.

    Por este motivo Cáritas Diocesana de Canarias se suma a algunas de  las exigencias europeas:

    1. Luchar contra el trabajo precario y no declarado y exigir derechos laborales en igualdad de condiciones.

    2. Introducir las medidas necesarias para la profesionalización del trabajo doméstico y de cuidados.

    3. Reactivar la Ley de Dependencia y poner en práctica políticas que garanticen a las personas y las familias el acceso a servicios de cuidado que sean asequibles y de calidad.

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