Un huerto que da más que alimentos

«El día que decidí entrar en este proyecto, lo hice porque estaba frustrado. Me sentía inútil. Yo estoy acostumbrado a trabajar y me veía sin esa posibilidad. Tenía las ganas, pero no los medios. Acabé con una depresión enorme, con mi orgullo y mi dignidad por los suelos. A medida que han ido pasando los días, el trabajo con este equipo de técnicos y compañeros no sólo me ha servido de terapia, también me ha abierto la mente a un estilo de vida diferente, lejos del consumismo agresivo.» Este es el relato de Manuel Rodríguez, uno de los participantes del Proyecto Huertos Ecológicos que Cáritas Diocesana de Canarias ha puesto en marcha en una finca de San Juan de Telde.

 

Este proyecto nace a finales del año 2013 con el objetivo de acompañar y ofrecer una herramienta de promoción a familias, acogidas por los Grupos de Cáritas Parroquial, que se han involucrado en todo el proceso de rehabilitación y puesta en marcha de la finca. Las personas que participan en este proyecto desarrollan técnicas de cultivo ecológico y trabajan para consolidar la continuidad del ciclo de la huerta, con el fin de adquirir una visión global de la gestión del terreno y una capacitación profesional. Además de este trabajo, que implica un proceso de formación continua para las familias en materia de cultivos ecológicos, el huerto es un lugar de desarrollo personal. Un lugar en el que los participantes pueden desconectar de su realidad, dispuestos a relacionarse en un entorno que trabaja lo ambiental, lo social y lo cultural. «Una de las virtudes de este proyecto es que podemos conectar con otros voluntarios. No me siento solo ante el problema nacional de la crisis. No soy el único y «puedo» con esta situación», apunta Manuel.

Las personas implicadas en este proyecto, no sólo trabajan el huerto. Cuentan con los espacios específicos de las Jornadas de Participación los martes y las Jornadas voluntarias de Yoga los viernes, mediante las cuales se fomenta el crecimiento personal y el trabajo en equipo y se promocionan hábitos de vida saludables, como herramientas trasversales.

 

Además, las familias que llevan recolectando los frutos de su trabajo desde noviembre del 2014, están viendo cómo sus hábitos de alimentación van cambiando sustancialmente. Del huerto sacan verdura ecológica que se llevan a casa como complemento a su alimentación, a la vez que adquieren una mayor consciencia ecológica. Tal y como explica Francisco Alemán, otro de los participantes del proyecto: «Las mañanas en el huerto me parecen maravillosas, pues además de llevar alimentos riquísimos para casa, las horas se me pasan rápido y estoy muy entretenido, aprendiendo cosas de la naturaleza que nunca en mi vida había tenido la oportunidad de tener tan cerca».

En la actualidad, el huerto ecológico cuenta con trece familias y pretende, al terminar el verano, acoger a otras 15-17 familias, y así ocupar el resto de las parcelas de la finca.

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