Ana Abril Fernández: «Cáritas ni sustituye ni suplanta a las administraciones públicas»

”Cáritas no quiere ni sustituir ni suplantar a las administraciones públicas. Si lo hacemos, no estamos en la dirección correcta. Lo que Cáritas plantea es el trabajo por los derechos de las personas, por la justicia, por una transformación estructural de la sociedad, por el acompañamiento de quienes han quedado excluidos, por una sociedad que genere oportunidades para todos”. Así explicó Ana Abril Fernández, coordinadora de Incidencia y Comunicación de Cáritas Española, cuál es la opción de la institución ante la pobreza en la realidad actual. Abril Fernández abrió el segundo ciclo de conferencias de las XI Jornadas de Teología que se están celebrando en la sede del Instituto Superior de Teología de las Islas Canarias en el Campus de Tafira.

 

A su juicio, en un momento social tan complejo como el presente, “hay una presencia de Cáritas en cada barrio”, y lo que resulta más importante, “se está demostrando que la alternativa es posible”. Apuntó que “hay que empezar a pensar desde otras lógicas, desde otras claves”, y afirma que otra sociedad será posible “si podemos soñar un mundo donde los últimos sean los primeros”.

En este sentido indica: “Creo que Cáritas ha encontrado la forma de hacerlo”.

Abril destaca que “en un contexto tan complejo como el que vivimos, Cáritas renueva su opción por los más pobres, y esa opción se ha encarnado en las comunidades. Tratamos de que no se invisibilice a las personas en situaciones de mayor exclusión social, y esto, en un escenario como el actual, no es sencillo”.

Asegura que “Cáritas ha encontrado formas nuevas de ser fiel a su visión”, y entre sus argumentos esgrime “la opción por los pobres, la lucha por los derechos humanos y la capacidad que se ha tenido de demostrar que hay alternativas económicas”.

En cuanto a las posibilidades de crear una sociedad diferente, la coordinadora de Incidencia a nivel nacional no duda en contestar: “Sí. No sé si es un acto de fe, pero hay síntomas de que sí”.

Creación de movimientos sociales

Explica que “es verdad que esta situación de fragmentación y desigualdad puede quedar o no, pero la negación de los derechos está creando movimientos sociales tanto dentro como fuera de Cáritas. Son muchas las personas que sueñan con una sociedad en donde se priorice el bien común, en la que las personas más vulnerables ocupen un espacio principal”.

“Sin duda”, afirma hablando de Cáritas, “las estructuras las formamos personas. Hace falta que exista denuncia, que haya anuncio y que se dé la renuncia, y todo ello se sustenta en la movilización social. Ésta debe darse en lo más cercano”.

Añade que “una denuncia sin sensibilización social no tiene sentido. Generar espacios de denuncia y de debate es fundamental. Es lo que García Roca (profesor de la Universidad de Valencia y doctor en Sociología) explica muy bien al hablar de la vía ética, la movilización y la política legislativa”.

Excluidos y agenda política

Guillermo Fernández Maillo, por su parte, que participa en las jornadas aportando una lectura sobre el Informe Foessa y segundo ponente en las jornadas de ayer, muestra su convencimiento de que el trabajo realizado y los estudios aportados, han servido “para que la desigualdad y la pobreza se pongan en la agenda política”.

Sobre los datos del informe Foessa sobre la exclusión y la pobreza hecho público a finales del pasado año, indica que “cada vez son más los que compartimos diagnóstico”, y apunta que “el diagnóstico que realizamos está cada vez más asumido por los grupos políticos”.

No obstante critica que el Gobierno “no ha querido escucharlo”, y si bien reconoce que “se dan muestras de estabilidad en los indicadores macroeconómicos, negamos que eso vaya a mejorar la realidad de mucha gente”.

Argumenta que “lo que se está haciendo es llevar la pobreza y la desigualdad a las estructuras de empleo”, y que quienes están dando muestras de mejora en su realidad son las familias “que durante la crisis no tuvieron grandes dificultades. Pero es una minoría”.

Asegura que desde el Gobierno central “se está haciendo una fotografía muy parcial” y que “la mejoría no es para todo el mundo. Las personas en situación de exclusión aumentan, y empeora su realidad”.

En cuanto a las soluciones, cuenta que “las propuestas que estamos poniendo sobre la mesa están basadas en una mayor capacidad de redistribución. La fiscalidad debe asegurar y mejorar la capacidad redistributiva”. En este sentido criticó la bajada de impuestos, al entender que “en la medida en que el Estado no garantice el sistema público, lo tendrá que hacer las familias y esa transferencia de obligaciones no puede ser. Si la bajada de impuestos se traduce en dejar en manos de las familias lo que hasta ahora eran servicios públicos, esto significará que aquellos que puedan pagarlos accederán a ellos y los que no puedan se quedarán sin ellos”.

De ello acusa a “los partidos políticos que ven en el gasto público un saco sin fondo, y no un una inversión social”, y afirma que “resulta muy difícil hacerlo si la lógica desde que lo haces es la de bloquear”.

Implicación ciudadana

En su opinión la única forma de conseguir salir de esta dinámica de recortes sociales es “ver si la ciudadanía da un paso en la implicación de la gestión pública. Mientras la población se vaya desvinculando de la opción política, el Gobierno seguirá adoptando medidas más restrictivas en cuanto a gasto social”.

Afirma que “se han plantado muchas semillas de esperanza”, aunque matiza que “en zonas muy recónditas. Nuestra misión”, dice, “es que esos tiestos salgan de donde están y sean plantados en campos más extensos. Hay que trabajar con nuevas lógicas. Todo eso no parece posible aún, pero hay que cambiarlo. Vamos en camino, pero al borde de un precipicio que en algún momento habrá que decidir saltar. Se trata de un proceso generacional. Si las futuras generaciones lograran llevar alguna de estas semillas a la acción, ya habremos hecho mucho”.

Ante la alternativa de acceder al poder, Guillermo Fernández es tajante: “La opción no es tomar el poder, es que la gente quiera ejercerlo. El ejercicio del poder por parte de gente que esté muy sensibilizada puede ayudar, pero seguiría sin llegar a todo el mundo. Corremos el riesgo de que los más excluidos sigan siendo los más olvidados. Tenemos que concienciar a los colectivos para que den un paso al frente. No es nuestra misión representarlos sino que sean ellos mismos quienes tengan capacidad y ganas suficientes de representarse”.

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