Pedro Gil: «En América Latina la fe se vive, no se teoriza»

Canario de nacimiento, Pedro Gil partió hace 11 años hacia Chile con la intención de continuar allá un trabajo que había comenzado en Cáritas Canarias en donde, prácticamente, fue el último secretario general del pasado siglo y el primer delegado episcopal de éste. Miembro de la comunidad de Adsis -de la que es delegado en su ciudad-, cura diocesano, hoy está en la ciudad de Temuco (al sur de Santiago de Chile), en donde además de ser capellán de la Universidad Católica, asume las mismas responsabilidades en la cárcel de hombre y en la de mujeres de la misma ciudad. «Estoy aquí de visita familiar y viendo amigos, es por eso que me encuentro con ustedes», afirma antes de comenzar una pequeña charla-coloquio en la que contará su experiencia de crecer en comunidad.

 

 

-Una mirada al pasado. ¿Qué hay de la experiencia en Cáritas Diocesana de Canarias hace 11 años?¿Qué supone Cáritas?

-Fue una etapa muy bonita. Creo que Cáritas sigue siendo el brazo creíble de la Iglesia. A nosotros -yo trabajé junto a Paqui Bonny- nos tocó afrontar cambios muy grandes. Por una parte lo concerniente a la modernización técnica -sólo teníamos dos ordenadores- y por otra, poner en marcha toda una red de apoyo a las zonas, además de potenciar programas que ya estaban en marcha como la de Personas Sin Hogar, que creció en personal y en voluntariado. Sigue siendo impresionante que haya tanto voluntariado.

-Usted que ha trabajado a este lado y al otro del Atlántico, ¿hay diferencias entre las Cáritas de aquella orilla y las de ésta?

-Las diferencias son muy evidentes. La primera, los recursos con los que cuenta unas y otras. La cantidad de recursos que se manejan acá no se manejan allá. Allí, toda la acción social se lleva a cabo con el aporte individual de las personas y los voluntarios o voluntarias, a nadie se le ocurre solicitar subvenciones públicas y esas cosas. Pero coinciden que en ambas partes hay gente que entrega su vida con generosidad, y eso no deja de ser una sorpresa.

-¿Es tan sorprendente que haya voluntariado?

-Sorprende que aquí se mantenga. Especialmente porque existe una mecánica de individualismo. Allá no se llama Cáritas sino Pastoral Social, y es especialmente bonito ver como funciona gracias, muchas veces, a la dedicación de personas que antes de ofrecer su colaboración, la demandaron. Ofrecen lo que aprendieron a recibir. Pero creo que tiene más valor ser voluntario aquí. En esta sociedad es más difícil la alteridad. Allá la solidaridad es cultural, aquí la sociedad lleva más al intimismo y a encerrarse en uno.

-Pero no fue así siempre.

-Cuando se ha desarrollado una economía en las que nos sentíamos seguros, nos hemos dado cuenta de que lo que vendíamos era nuestra seguridad. Ahora lo que nos queda son las relaciones auténticas con el otro. Chile ha sido un paraíso neoliberal, y eso ha abierto a la población a una solidaridad natural, se da de forma espontánea. La verdad es que lo que tenemos en común es la lengua (risas).

-Y ese cambio social que usted percibe, ¿cómo se ve desde la distancia?

-Lo de la reforma laboral es algo escandaloso. Lo que hoy se aplica aquí, está instalado en Chile desde 1982, pero sorprende la poca movilización social que la pérdidas de derecho está produciendo. Quizá porque todo el mundo piensa que existe un colchón por medio o que hay una esperanza de que las cosas mejoren, pero resulta curioso que no haya una respuesta y se haya asumido sin luchar por evitarlo.

-¿Cree usted que ese «pasotismo» responde a que se ha convencido a la población de que era necesario y no ha hecho falta imponerlas a la fuerza?

-Aún así me cuesta entender que no se reaccione. Hay familias en las que tres generaciones viven con la pensión de la abuela. Es verdad que la gente aprende a sobrevivir, pero no hay reacción. Quizá se pueda entender, pero no se explica. Yo creo que tiene que ver con la esperanza, con que se cree que puedes ir a mejor.

-¿Está Cáritas respondiendo a esta realidad como debe?

-En esto, Cáritas, desde fuera, juega su papel. Se le demanda un alto nivel de asistencia, pero no ha abandonado la palabra. Cáritas se ha ganado un espacio en la denuncia, es reconocida como el rostro de servicio de la Iglesia. No habla de números, habla de personas, de su propia experiencia. Cáritas denuncia en concreto, no en abstracto.

-En este mundo de cambios, la Iglesia ha decidido poner como Pastor a un latinoamericano. Francisco I ha sabido crear una esperanza de cambio en Europa, ¿ha ocurrido lo mismo en Latinoamérica?

-Realmente lo que ha hecho el Papa no es más que seguir lo que el Concilio Vaticano II marcó como camino. La Igesia de Chile sí percibe el cambio. Desde Latinoamérica ha sido muy bien recibidos estos cambios, especialmente porque antes sólo se oía la voz más tradicionalista de la Iglesia.

-Parecen dos realidades muy diferentes ser capellán de una universidad y de dos cárceles. Por una parte parece que está el futuro y, por otra, la realidad más dura del presente. ¿Son compatibles estas realidades?

-Sí, claro. Son dos perfiles completamente diferentes, realidades sociales que poco tienen que ver una con otra, pero en ambas partes hay niveles de sufrimiento muy altas.

-Y viendo esas realidades, ¿hay esperanza?

-Sí, sí, sí… Se está construyendo algo diferente. Pero donde hay que invertir es en la infancia, en lo que viene. Energía, tiempo, herramientas… Cuando yo me fui, me impactó que a pesar de las carencia, allá se vive alegre. La vida está amenazada y lo que se vive se vive al día. Nadie guarda nada para mañana. Es otro planteamiento. Aquí se ordena y allá se genera alegría. Hay una confianza en Dios que aquí resulta difícil.

-¿Quiere decir eso que son continentes incompatibles?

-No solo no lo son sino que son complementarios. Allá es la frescura por la vida, mientras que la posibilidad de construir algo equitativo es propio de este continente. Lo importante es que se encuentre una vía intermedia que permita no vivir de espaldas a ambos. Eso que hemos hecho hasta ahora puede superarse. Es semejante a lo que ocurre entre Canarias y África.

-La Fe, ¿juega el mismo papel en ambos continentes?

-Lo valioso de allá es que en la Iglesia la Fe se vive, no se teoriza. Allí Dios, si no es un aliado en el sufrimiento no sirve para nada.

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