Katia: «Logré cosas que no imaginaba como madre soltera inmigrante gracias a Cáritas

Katia Rebollido tiene 39 años, dos hijos de 16 y 11 años, y casi se queda sin vivienda al llegar a Gran Canaria de Cuba

La de Katia es una de esas historias de superación que conmueve. Con la responsabilidad dos hijos menores y sin más ayuda que la entereza y convicción de darles un futuro mejor, abandonó su Cuba natal rumbo a Canarias. Sin embargo, al aterrizar se encontró otra realidad muy diferente al paraíso prometido. “Llegué a este país hace tres años, con mis dos hijos de 16 y 11 años. Llegué aquí sin saber a qué puerta tocar y pocos días después me presenté en Cáritas con mis hijos y nada más. La verdad que desde entonces la ayuda ha sido incondicional, ha sido una institución que me ha dado la esperanza de salir adelante. Ha convertido mis días grises en color y la verdad es que estoy muy agradecida”, afirma con la voz entrecortada y los ojos vidriosos. 

“Recuerdo el día que llegué a Cáritas con mucha tristeza. Los primeros tres meses fueron muy duros porque me sentía muy vulnerable, sobre todo por mis hijos. Pero al llegar a Cáritas me aliviaron mi tristeza desde el primer momento que me hablaron. Cuando les dieron unos juguetes a mis hijos, me tranquilicé. No lo olvidaré jamás”, asevera como quien describe una fotografía ajada por el tiempo y la desesperanza. 

«Vine buscando un sueño y me vi sola con dos niños»

Además de facilitarle recursos básicas, Cáritas ayudó a Katia a formarse y a la búsqueda activa de trabajo. Solo tiene palabras de agradecimiento para una institución que “en mi país no existe” y que ayuda a las personas más vulnerables, como se sentía ella con sus hijos, al llegar a Canarias. 

“Gracias a la ayuda de Cáritas he conseguido cosas que no pensaba que iba a lograr como madre soltera inmigrante de dos hijos. Vine buscando un sueño para ellos y me encontré sola. Sin embargo, esta ha sido mi escuela. Hoy estoy muy agradecida porque soy una mujer fuerte. Cáritas ha sido un aliento para ser cada día mejor, he sentido que tengo a alguien que me da la mano”. 

Más allá de lo material, “que nos ayuda a tener lo básico”, lo más importante para Katia es el calor humano que recibieron de todas las personas que trabajan en Cáritas. “No hay una palabra que describa todo lo que nos ofrecen, desde las ayudas para los alimentos, pagos de alquiler, cursos, talleres, trabajo… Tengo presente todo lo que hicieron por mí, me gustaría poder devolver algún día todo lo que me dieron e hicieron por mí. Siento a esta institución como parte de mi familia y también me gustaría ayudar”.

Su vida y la de sus hijos ha cambiado radicalmente gracias a la ayuda de Cáritas. Tiene un trabajo estable, sus hijos están estudiando, y, a sus recién cumplidos 39 años, ve el futuro con más optimismo. “Hoy, gracias a Cáritas, la vida me ha sonreído. Tengo trabajo y mis hijos están bien, tenemos la residencia y ellos van al cole y juegan al fútbol. Y aunque seguimos teniendo la ayuda de Cáritas, ahora me siento bien y capaz de conseguir salir adelante. Por eso también quiero brindar mi ayuda emocional a través de la institución para las personas que lo puedan necesitar”, afirma generosa Katia.

Introduzca el importe a donar sin decimales.
Activa si quieres certificado