Por D. José Dominguez Pérez, delegado episcopal de Cáritas Diocesana de Canarias.
Cáritas no puede ser la encubridora de la Administración Pública. Urge que incida en demandar su operatividad y compromiso en respuestas eficaces e inmediatas al desamparo de personas de escasos o nulos ingresos. Con nuestra ingenua buena voluntad nos podemos convertir en silenciadores del clamor de la justicia social.
Los Servicios Generales de Cáritas, más que las Parroquias ,y la Confederación de Cáritas Española, más que las Diócesis, han de mantener con valor y libertad propuestas prácticas de políticas públicas para esta emergencia.
La doctrina social de la Iglesia ha de ofrecerse también a todo el mundo de la Empresa. El apoyo que ofrecen a Cáritas, muy de agradecer, no puede poner sordina a sus enseñanzas, que suponen heroicos sacrificios empresariales, asumen perder beneficios al límite de subsistir sin recurrir a soluciones drásticas de cerrar o despedir a trabajadores.
Por todo esto, Cáritas no puede ser paño de lágrimas o mascarillas que silencien la JUSTICIA SOCIAL DE TODA LA SOCIEDAD.
Luchamos por la JUSTICIA. Los maridajes con el Poder no tienen lugar en el Evangelio, ni en el Modelo de Acción Social de Cáritas. Necesitamos estar libres de complicidades para una sana colaboración y mutua independencia (como enseñó el Concilio Vaticano II).
No me gustan las reiteradas informaciones y comentarios de todo lo que hacemos y lo bien que trabaja Cáritas. Aquello de que la mano derecha no se entere de lo que hace la izquierda también vale para nuestros servicios comunitarios en sus actividades sociocaritativas. Somos llamados a servir, no a ser servidos… Las medallas son para EL CRUCIFICADO! La Cruz es gloriosa si marca el límite de nuestra entrega: ¡amar a muerte!
Estamos en la FASE del ESPÍRITU SANTO. Nos queda mucha tarea.
ES POSIBLE UN MUNDO DIFERENTE.
Última actualización: 11 de mayo de 2021