Via Crucis: Procesión distinta en los Servicios Generales

Por D. José Domínguez Pérez. Delegado Episcopal de Cáritas Diocesana de Canarias

Sin pretender vivir una alternativa a tronos y tambores hemos vivido un camino de la cruz (Via Crucis) sin permisos administrativos, ni medidas de seguridad. La multitud congregada era invisible. Ni molestaba, ni era peligrosa, ni podía ser objeto de un atentado terrorista. Eran miles de personas sin hogar, sin empleo, sin sanidad, sin cariño humano…

La treintena de trabajadores, personas atendidas y voluntarios habituales pusieron una bella imagen a los destinatarios del ministerio de la caridad. Eran un condenado a muerte vivo, cercano, entrañable… La jauría de la comitiva camino del Calvario eran dos madres con guitarras y salmos milenarios, llenos emoción, de esperanza y de compromiso. Pusimos el corazón nuevo junto al hijo con su madre, la Iglesia con sus preferidos.

Nuestros Pasos eran nuestras personas, cargando y encargándonos de nuestros crucificados de hoy.

Trabajar por la Justicia era el grito creyente del centurión porque «verdaderamente este hombre es el hijo de Dios».

Adviertan no queremos subir a la Cruz con él, ¡AMOR MÍO!

Nos comprometemos con Él a ir bajando de las cruces a todos los sufrientes que podamos, acompañando a tanta gente que desde nuestras parroquias trabajan todo el año por la atención, promoción e integración de nuestros hermanos excluidos.

Esta es nuestra procesión distinta y complementaria a nuestras procesiones de Semana Santa.

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