La finca de San Juan de Telde tiene en producción 15 parcelas de carácter familiar y diez comunes

El Proyecto Huertos Ecológicos de Cáritas Diocesana de Canarias, en marcha en una finca de San Juan-Telde, cuenta ya con 15 parcelas familiares y 10 comunes en producción. Son unos 18 los cultivos plantados en la finca, que van desde berenjenas y tomates hasta cebollas y papas, pasando por diferentes tipos de lechugas o el cultivo de calabaza.

 

 

En la actualidad se benefician del proyecto 20 familias, 9 del primer grupo y 11 del segundo. El primer grupo comenzó a plantar en octubre de 2014 las 15 parcelas familiares y las 10 comunes, empezando a recolectar los frutos de su trabajo desde noviembre, repartiendo en común la producción de unas parcelas y otras. En las parcelas familiares las personas se van especializando en los cultivos que trabajan, mientras que en las comunes van rotando labores. El segundo grupo comenzó en febrero la segunda fase del proyecto, recibiendo la formación en agricultura ecológica, con la que participarán en las labores comunes.

El proyecto nació con la intención de ayudar a cubrir necesidades alimentarias de las familias en situación de exclusión social y formar a personas en la producción de agricultura ecológica, ampliando así su empleabilidad, fomentando la mejora de su salud y su calidad de vida, creando un espacio con repercusión social, cultural y ambiental.

La propuesta incide en el trabajo comunitario y la colaboración como forma de relación tanto a niveles laborales como personales.

Durante 2014 se consiguió limpiar la finca, poner el vallado, realizar las labores de preparación del suelo y el compost, acondicionar la nave agrícola y construcción de un  estanque, montar el sistema de riego por goteo, construir un invernadero para la producción de planteles, plantar los primeros árboles y enredaderas para cubrir el cortavientos y poner en marcha la huerta. Todo ello a la vez que se han dado las Jornadas de Participación, formación en agricultura ecológica y yoga.

Testimonios

Francisco Herrera es una de las personas que más tiempo lleva en el proyecto. Su esfuerzo, junto al de sus compañeros, sirvió para que la finca comenzara a funcionar. “Limpiamos, levantamos muros, trabajamos mucho”, dice, aunque lo que más destaca: “Me ha servido para conocer gente estupenda, gente como yo, con los mismos problemas y vicisitudes”.

Afirma que han aprendido “a convivir unos con otros, a conocer la agricultura, lo que es el trabajo en equipo bajo la dirección del proyecto”.

“Es impresionante ver cómo desde un suelo yermo se llega a un suelo fértil”, cuenta. “Ver el desarrollo variado de las plantas, como cada una tiene su propio proceso y como de algo donde no había nada, ahora hay algo que da fruto, y que eso es producto del trabajo que hemos realizado”. Además, añade, “llegamos a casa con verdura fresca que hemos trabajado nosotros. Fresca, natural y ecológica”.

En este sentido asevera que “es una experiencia muy satisfactoria y enriquecedora, en donde he aprendido a vivir con el medioambiente, a no contaminar y a no consumir energía innecesariamente”.

Abdel Olahid, otra de las personas beneficiadas que participa en el proyecto desde su inicio, lo define de la siguiente manera: “He aprendido a plantar vegetales, a limpiar el huerto y, sobre todo, a hacer amigos”.

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