Pastoral migratoria: La salud sigue siendo un derecho

El año 2013 se cerró con una sensación agridulce. Hasta el último de sus días nos aguardó con medidas que vulneran nuestros derechos sociales. Nuevamente el derecho a la sanidad queda excluido para muchas personas. En este caso, para aquellos ciudadanos sin empleo, que hayan agotado la prestación y subsidios de desempleo y que se ausenten del país más de 90 días en un año. Es decir, mayormente jóvenes que ante la dramática situación del país, reúnen valor (y algo de dinero, como no) y deciden salir al extranjero a buscar una salida profesional a todo su potencial, a pesar de todo lo que tienen que dejar atrás.

 

Ahora, tras la publicación en el BOE del 26 de diciembre de la Ley 22/2013, de 23 de diciembre, de Presupuestos Generales del Estado para el año 2014, estos jóvenes, y no tan jóvenes, no sólo dejan a familiares y amigos, sino que atrás queda su derecho fundamental y constitucional a la salud.

En la nueva disposición de la ley nada se aclara sobre la duración de esta pérdida del derecho ni los requisitos para recuperarlo, pero se recurre a una nueva exclusión que tras la entrada en vigor, hace ya más de un año, del Real Decreto-ley 16/2012, de 20 de abril, de medidas urgentes para garantizar la sostenibilidad del Sistema Nacional de Salud y mejorar la calidad y seguridad de sus prestaciones (paradójico nombre) ya excluía, según señalan Médicos del Mundo, a 2.392 personas al día.

Nos encontramos ante un panorama político que aboga por la privatización de los derechos sociales y cada una de las nuevas medidas tomadas, más que “mejorar nuestras prestaciones”, como ellos mismos denominan, restringe nuestro acceso a ellas y nos da argumentos para caer en la privatización de este servicio. Perfecta estrategia de desacreditación de la sanidad pública.

No obstante, vivimos en un estado de derecho y tenemos autoridad cívica suficiente para exigir el respeto de nuestros derechos fundamentales. La salud es parte inherente de la vida y elemento vital de nuestra sociedad y, por ello, no podemos perder nuestro derecho a la sanidad.

 

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