17 de octubre, Día Mundial por la Erradicación de la Pobreza

Respondiendo a la llamada de los pobres e iluminados en nuestro compromiso por la Palabra de Dios y la enseñanza de la Iglesia, hemos de reivindicar el reconocimiento y cumplimiento de los derechos fundamentales de las personas, exigiendo un mundo más justo y, en definitiva, la erradicación de la pobreza y el hambre en el mundo, como prioridad de nuestra opción por los últimos:

El Concilio Vaticano II nos recordó que “la igual dignidad pide que se vaya alcanzando un más humano y equitativo nivel de vida. Porque las excesivas diferencias económicas y sociales entre miembros y pueblos de una misma familia humana escandaliza y se opone a la justicia social, equidad, a la dignidad de la persona humana no menos que a la paz social e internacional”. Asimismo nos exhortó a “la fraternidad entre cristianos y no cristianos en un esfuerzo común para intentar cada día nuevas iniciativas que acaben con la enorme miseria”. (GS, nº 29 y 84)

Juan Pablo II nos recordó que “pertenece a la enseñanza y a la praxis más antigua de la Iglesia la convicción de que ella misma, sus ministros y cada uno de sus miembros, están llamados a aliviar la miseria de los que sufren cerca o lejos, no sólo con lo «superfluo», sino con lo «necesario». Ante los casos de necesidad, no se debe dar preferencia a los adornos superfluos de los templos y a los objetos preciosos del culto divino; al contrario, podría ser obligatorio enajenar estos bienes para dar pan, bebida, vestido y casa a quien carece de ello. Como ya se ha dicho, se nos presenta aquí una «jerarquía de valores» —en el marco del derecho de propiedad— entre el «tener» y el «ser», sobre todo cuando el «tener» de algunos puede ser a expensas del «ser» de tantos otros. (SR, nº 31 G)

Desde muchas Cáritas Diocesanas y entre ellas, nuestra Cáritas estamos promoviendo varias acciones significativas:

Tocar las campanas de nuestras iglesias el día 17 de octubre a las 20.15: La propuesta es que ese día a esta hora, en relación con el año 2015 que nos recuerda la fecha fijada por Naciones Unidas para alcanzar los Objetivos del Milenio.

Las campanas en toda su historia han servido para convocar, anunciar, alertar sobre incendios, plagas, invasión de enemigos, etc.etc. Ahora con ellas queremos recordar la tragedia del hambre, la pobreza que Dios no quiere y los compromisos de las Naciones y de la misma Iglesia.

Colocar una Banda Blanca en la Cruz. Nos recordará bajar al Señor de la Cruz para sepultarle y esperar LA RESURRECCION de la civilización del AMOR, capaz de transformar las estructuras de pecado en que estamos inmersos y abrir cauces a un nuevo orden social más justo y más humano, como tantas veces recordó en su magisterio el beato Juan Pablo II.

Quedamos a disposición para lo que estimen oportuno y les agradecemos la participación para aportar esperanza en cada lugar del mundo, en el que formamos “una sola familia humana”.

 

Reciban un cordial saludo

Las Palmas de Gran Canaria a 5 de octubre de 2012

 

José Domínguez Pérez

Delegado Episcopal de Cáritas

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