Día del Mundo Rural: Cuidado de las personas, cuidado de los pueblos

En Cáritas creemos que es necesario poner en su lugar al mundo rural y, para ello, seguimos trabajando y avanzando con la fuerza del Dios de la Vida y la Esperanza, que nos cuida y empuja.

Consideramos importante valorar a aquellas personas que en nuestros pueblos llevan a cabo el cuidado de los otros, especialmente los más vulnerables. Cuidados que se realizan desde la cercanía y que ponen en el centro a la persona.

Nos preocupa que en nuestros pueblos tengamos cada vez menos habitantes, pero más nos inquieta que contemos con menos servicios, que hacen que la vida en nuestras comunidades sea más difícil, limitada y deficiente. Nos comprometemos con la realidad de nuestros pueblos, de las personas que vivimos en ellos y, en especial, con los más vulnerables, así como con el entorno que nos envuelve.

Los pueblos como oportunidad

Los pueblos no queremos ser problema, sino oportunidad. Por ello, reivindicamos -junto a otros grupos y movimientos cristianos- que es imprescindible invertir más en educación, sanidad y en todo aquello que posibilite tener las necesidades básicas cubiertas y los derechos asegurados. Es indispensable que las personas que vivimos en los pueblos seamos protagonistas de nuestro presente y futuro, decidiendo e impulsando políticas que no se realicen en despachos alejados de nuestros pueblos, ajenos a nuestra realidad.

Cuidemos los unos de los otros

El papa Francisco en la Encíclica Fratelli Tutti nos invita a que “cuidemos la fragilidad de cada hombre, de cada mujer, de cada niño y de cada anciano, con esa actitud solidaria y atenta, la actitud de proximidad del buen samaritano” (79).

Nos damos cuenta de que el cuidado no solo es responsabilidad de los que tienen los recursos y el poder, sino que hemos de cuidarnos unos a otros y, juntos, la Casa Común. No podemos “ir por libre”, de manera individual, necesitamos trabajar en comunidad o nuestro futuro será más incierto.

Vivir el Evangelio implica atención y cuidado. Cuidar los detalles, pero especialmente cuidar a las personas. Dejarse cuidar por el Dios de la Vida para poder cuidar al hermano. Seamos instrumentos de Dios siguiendo el ejemplo de San Isidro, cuidando y labrando el Mundo Rural y sus gentes, para asegurarnos una buena cosecha.

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