Éxodo de desplazados en Haití por la violencia

Juan Manuel Díaz, expatriado de Cáritas Española en el Caribe, relata la dramática realidad que están viviendo los haitianos en un país tomado por las bandas criminales.

Por Juan Manuel Díaz, expatriado de Cáritas Española en Caribe.

En las semanas posteriores al terremoto del 12 de enero de 2010 cientos de miles de personas abandonaron la ciudad de Puerto Príncipe (Haití) huyendo de la devastación provocada por el temblor de tierra, que dejó edificios destruidos por todas partes, cadáveres amontonados en las calles, decenas de miles de heridos sin atender, y una situación de parálisis total. Catorce años después, los residentes de Puerto Príncipe salen de sus casas de nuevo hacia las provincias a causa de un terremoto causado por el ser humano.

La Libia de América

La ciudad está tomada por bandas criminales con armamento de alto calibre. Han demostrado ser más poderosas que el débil Gobierno oficial. Haití hoy en día es la nueva Libia de América, donde el vacío de poder político ha sido ocupado por la ventaja del más fuerte, el más armado, el más violento, el más temido.

El país lleva meses a la espera de la llegada de un contingente de unos 3,000 agentes de seguridad antidisturbios de una coalición de países amigos, liderados por Kenia, que se han comprometido a limpiar la ciudad de bandas criminales, respondiendo al llamado desesperado de las autoridades haitianas que trabajan de forma interina. La nación no tiene Gobierno legítimo. Ninguna de las autoridades que hoy ostentan un cargo público tiene mandato. Las últimas elecciones fueron realizadas hace más de seis años.

Un país olvidado y a la espera

Pero nadie se acuerda ahora de realizar elecciones. Todo el mundo espera, una vez más, la llegada de fuerzas exteriores que vengan a poner orden, y controlen las bandas del país. Unas bandas que llevan más casi tres años extorsionando, robando, fortaleciéndose, y creciendo en poder y organización controlando cada día más territorio. Primero la capital, y poco a poco hacia comunidades del interior.

Cáritas, al límite

Cáritas sigue presente en cada una de las 10 Diócesis en las que se divide Haití. El trabajo de la Cáritas Arquidiocesana de Puerto Príncipe está paralizado. Las otras nueve Cáritas diocesanas se enfrentan a una avalancha de desplazados similar a la que ocurrió el terremoto del 2010. Todo ello en un contexto de crisis alimentaria grave. 3,7 millones de haitianos sufren inseguridad alimentaria grave, y más de 1,5 millones de niños menores de cinco años corren riesgo de sufrir desnutrición aguda, según el último informe de Naciones Unidas del 2023.

En las provincias de la meseta central, al norte de Puerto Príncipe, donde trabaja Cáritas Española, se habla de un aumento de la población del 20%. Una presión adicional sobre la ya deteriorada capacidad de alimentar a la población. En pocas semanas, cuando lleguen las fuerzas internacionales a combatir a las bandas, será peor.

Las Cáritas diocesanas de Hinche, Jacmel, Nippes, Hinche o Gonaïves están en una situación similar y necesitan ayuda de emergencia inmediata. Trabajamos con el corazón en vilo. Nadie está salvo. El equipo de la Cáritas de Fort Liberté en el norte sufrió hace tres semanas un intento de secuestro. El obispo de la diócesis de Nippes, Mons. Pierre Dumas, sufrió un atentado hace dos semanas mientras se encontraba en Puerto Príncipe cuando tiraron una bomba incendiaria en la casa y le dejó con quemaduras graves.

A pesar de todo, Cáritas seguirá trabajando. Ahora más que nunca. La Iglesia no puede dar la espalda a la gente cuando más lo necesita.

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