Con motivo de la Jornada Mundial de la Paz, el papa Francisco nos invita a trazar caminos que conduzcan a la paz, manteniendo abierto el corazón a la esperanza.
Vigilantes en tiempos de crisis
La crisis de la COVID-19, agravada por la guerra de Ucrania y otros conflictos, han sumido a nuestro mundo en la noche de la oscuridad desestabilizando nuestra vida ordinaria, provocando pobreza y desigualdades, amenazando la seguridad laboral y agravando la soledad de muchos, especialmente de los más débiles y pobres. Ante esta situación, Francisco nos anima a estar atentos, vigilantes, buscando el bien, la justicia y la verdad.
Foto: Exe Lobaiza
Lecciones a aprender
Es tiempo oportuno para preguntarnos: ¿Qué hemos aprendido de todo esto? ¿Qué nuevos caminos hemos de emprender? ¿Qué señales de vida y esperanza nos animan a continuar?
Seguramente la mayor lección es la de ser más conscientes de que todos somos frágiles y nos necesitamos, que el mayor tesoro, aunque siempre frágil, es la fraternidad humana, que es necesario trazar caminos nuevos como la humildad, la austeridad, la solidaridad y el compromiso por el cuidado de la casa común.
También hemos descubierto que, cuando se desplaza del centro a la persona y se pone en su lugar el individualismo y los intereses personales, la tecnocracia y la economía, siempre se compromete la deseada garantía de justicia, armonía y paz. La guerra de Ucrania y tantos conflictos olvidados son una derrota de toda la humanidad.
Hemos de aprender a caminar juntos, en fraternidad y solidaridad, cuidando unos de otros y todos de los más vulnerables porque solo así podemos construir la paz y superar las crisis personales, sociales y mundiales.
Algunos caminos a transitar
¿Qué se nos pide, entonces? En primer lugar, dejarnos transformar el corazón. Ya no es posible pensar exclusivamente en lo propio, sino en lo común, comprometidos en el auxilio y sanación de un mundo herido. Estamos llamados a afrontar los retos de nuestro mundo con responsabilidad y compasión.
Garantizar la sanidad pública para todos, promover acciones concretas de paz, cuidar de forma conjunta la casa común, luchar contra el virus de la desigualdad social, promover un trabajo digno para todos, desarrollar políticas adecuadas y justas para la acogida e integración de migrantes y refugiados, son buenos caminos para edificar el Reino de Dios, de amor, justicia y paz.
¡Un gran programa para un nuevo año!
Por Vicente Martín Muñoz, delegado episcopal de Cáritas Española.
Última actualización: 2 de enero de 2023