Los Pobres en nuestro Sínodo Diocesano 1992 (25 años después)

Por José Domínguez Pérez, Delegado Episcopal de Cáritas Diocesana.

Nuestro Sínodo Diocesano 1992, que cumple ahora 25 años, no quiso ser una ráfaga de fuegos artificiales. Quisimos escuchar al Espíritu que se manifestaba en nuestra Iglesia Diocesana y nos marcaba pautas para adentrarnos en un nuevo siglo.

El Obispo Ramón nos marcaba los objetivos  en el Anuncio oficial del Sínodo: «analizar la situación de nuestro pueblo para percibir en ella las llamadas que dios nos hace, y contrastar la vida y la acción de la Iglesia diocesana con las orientaciones del Concilio Vaticano II, en busca de caminos pastorales futuros, e incluso, de normas para una mejor realización de la tarea evangelizadora.”

A.- ¿Qué lugar ocuparon los pobres?

Sólo los epígrafes, que le dedica  la larga introducción son enormemente sugerentes:

  • El pecado personal y “el pecado social”;
  • Evitar un reduccionismo social;
  • Los pobres y los marginados: el compromiso por la justicia;
  • La liberación integral: amor y justicia;
  • El amor preferencial por los pobres y sus exigencias;
  • El Evangelio, fuente de esperanza para los pobres;
  • Coherencia entre fe y vida. El compromiso temporal;
  • Preocupación de la Diócesis por lo social. Cáritas y los marginados.

B.- El ministerio sacerdotal a su servicio:                   

En el apartado dedicado al ministerio ordenado (1.3.2), después de referirse al Obispo aborda el ministerio de los  presbíteros y afirma que son  llamados a “Vivir más insertos en la vida del pueblo, abiertos a la comunidad, disponibles para una relación más personal, sin mostrar preferencias ni distinciones discriminativas, pero con una opción preferencial por los más pobres y necesitados, respetando siempre las legítimas opciones temporales, sobre todo políticas, de los laicos” (033, d).

En la constitución 049 insiste el Sínodo en que sean conscientes de que “deben poner siempre de manifiesto su caridad pastoral para con todos, incluso para los alejados, su preferencia por los pobres y los que sufren…”

C.- Vocación para la misión:

En el apartado de pastoral vocacional insiste en educar para la solidaridad y atención a los más pobres (132). Esta misma preferencia la destaca al tratar la misión de la Iglesia (176, 177)…” Se pide a nuestra Iglesia local gestos concretos frente a la pobreza de la población canaria”. (184)

En este mismo capítulo dedica varias constituciones a la opción preferencial por los pobres (2.1.2.1.) Como primer signo que la Iglesia ha de presentar para evangelizar, insistiendo en la Const. 205 que la solidaridad con los pobres debe manifestarse en la búsqueda de las causas de la pobreza, acompañarles en el proceso histórico de liberación, denunciando injusticias, etc. Presencia en plataformas y organizaciones que promuevan la justicia y la solidaridad (224,246, 271, 272, 273, 276).

D.- Educar y Celebrar:

La misma catequesis ha de promover creyentes más encarnados y comprometidos. (378, 419,). Nuestras eucaristías son incompatibles con las injusticias: las colectas del primer domingo son obligatoriamente para Cáritas (545).Incluso la religiosidad popular ha de desarrollar la dimensión de compromiso con los pobres (568, f) y Cáritas hacerse presente (573, d).

E.- Comunicación Cristiana de Bienes y Cáritas:

La comunicación cristiana de bienes tiene una expresión concreta en Cáritas, como organismo de la Iglesia, que le ha encomendado promover la acción caritativa y social (579 y siguientes hasta la constitución 636). Con todo detalle describe todas las tareas, que la Iglesia ha encomendado a Cáritas; su organización, formación, promoción social y desarrollo comunitario,  coordinación, etc.

F.- Evangelizar

Nuestro Sínodo abordó explícitamente cual ha ser la prioridad  en la evangelización y en la misión de la Iglesia. El compromiso social de los cristianos y de la misma comunidad eclesial no se deja en el aire de improvisaciones o tareas ocasionales. Pertenece a la médula de nuestra de nuestra Fe, Esperanza y Caridad, brota de la entraña de la trinidad.

Releer el Sínodo puede ayudarnos a constatar lo conseguido y lo que aún queda pendiente.

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